Manifiesto
de las Mujeres y niñas con Discapacidad
‘Por nuestra salud, por nuestros
derechos’
Un
año más, las mujeres y niñas con discapacidad conmemoramos el Día Internacional
de la Mujer, trasladando a la opinión pública nuestra preocupación por el
sistemático incumplimiento de los derechos de las mujeres en todo el mundo, y
muy especialmente, por la exclusión que nosotras
seguimos sufriendo.
En
este 2020, en el que se cumplen veinticinco años de la adopción de la
Declaración y de la Plataforma de Acción de Beijing, y tomando en consideración
los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 3 Salud y bienestar, ODS 5 Igualdad
de género y ODS 10 Reducción de las desigualdades), así como los mandatos
contenidos en la Convención sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, la Convención Internacional sobre los Derechos
de las Personas con Discapacidad y el Convenio del Consejo de Europa sobre
prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica,
queremos centrar nuestras reivindicaciones en el derecho a la salud, incluido el
derecho a la salud sexual y reproductiva, así como el derecho a decidir libre y
responsablemente sobre las cuestiones relativas a nuestra sexualidad, libres de
coerción, discriminación y violencia.
Las
mujeres y los hombres, con y sin discapacidad, podemos tener necesidades
sanitarias diferentes, pero igual derecho a gozar de una vida sana, entendida
como un "estado de completo bienestar físico, mental y social, y no
solamente la ausencia de afecciones o enfermedades". Pero la realidad nos
muestra que en todo el mundo las mujeres y niñas con discapacidad seguimos
teniendo un acceso muy restringido a la atención sanitaria, y muchas veces somos
directamente descartadas de los protocolos de salud establecidos, o sometidas a
tratamientos farmacológicos, como la contención química y la sobremedicación, e
intervenciones quirúrgicas sin que exista indicación médica para ello, y además
sin ser informadas y sin mediar nuestro consentimiento.
Nos
preocupa especialmente la situación de las mujeres y niñas con discapacidad
psicosocial, dado que se conoce poco la amplia gama de riesgos que corre
desproporcionadamente la salud mental de las mujeres por efecto de la
estigmatización y rechazo por motivo de género, de violencia, de pobreza y de
otras formas de privaciones sociales, provocando un trato negligente, cuando no
su condena al abandono.
Estas
vulneraciones a los derechos humanos se deben a la existencia de barreras actitudinales,
informativas y ambientales en cuanto a la salud y a los derechos sexuales y
reproductivos de las mujeres y niñas con discapacidad, barreras que han sido
construidas desde el patriarcado y el capacitismo.
Por
todo ello, hoy, 8 de marzo, las mujeres y niñas con discapacidad:
Exigimos
que se garantice la equidad en el acceso a los servicios de salud, incluidos
los servicios de salud sexual y reproductiva, a las mujeres y niñas con
discapacidad, sin olvidar a las supervivientes de violencia;
Demandamos
que se erradique de una vez por todas de nuestro ordenamiento jurídico y de las
prácticas sanitarias la esterilización de mujeres y niñas con discapacidad, que
nos niegan el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo de forma libre e informada;
Por
ello, instamos a que la tramitación parlamentaria de la ilegalización de las
esterilizaciones forzosas por discapacidad siga contando, tras el trascendental
paso inicial dado por el Senado, con el apoyo y adhesión de todos los Grupos
políticos, para que pueda ser aprobado por las Cortes Generales con el máximo
acuerdo y celeridad, en cumplimiento con los tratados internacionales
ratificados por España;
Reclamamos
al Sistema Nacional de Salud la puesta en marcha de una estrategia de salud y
género que recoja las especificidades de las mujeres con discapacidad y que
también tome en cuenta las situaciones de las mujeres con fibromialgia, fatiga
crónica, lupus, endometriosis y todas aquellas enfermedades orgánicas no
reconocidas. Estas dolencias siguen estando silenciadas y puestas, además, bajo
sospecha, precisamente porque quienes las padecemos somos mujeres. La falta de
investigación y tratamientos adecuados puede llegar a producir discapacidades
-no siempre reconocidas- como ocurre con la fibromialgia, o acabar en la
extirpación, sin remedio, de los órganos reproductivos (útero, ovarios…) en el
caso de la endometriosis;
Demandamos
que el personal médico y sanitario tome conciencia y se forme sobre nuestra
realidad como mujeres para recibir una atención de calidad, sin dejar de lado
nuestra capacidad para tomar decisiones sobre nuestro cuerpo y nuestra salud;
Requerimos
que se elimine el uso de la contención química y la sobremedicación a mujeres
con discapacidad como recurso a conductas desafiantes. Por ello, exigimos que
se promueva la formación profesional y la toma de conciencia para sustituir esa
práctica cruel y degradante por acciones que respeten la dignidad humana y sean
acordes a la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad.
Reivindicamos
la efectiva reactivación y desarrollo de la Estrategia Nacional de Salud Sexual
y Reproductiva con inclusión de la atención a las mujeres y niñas con
discapacidad de forma transversal y la actualización de la Encuesta de Salud
Sexual, recabando y publicando los datos desagregados por presencia o no de
discapacidad;
Exigimos
que se ponga fin al modelo de atención perinatal intervencionista que asume el
proceso del embarazo y parto como enfermedad e ignora el puerperio como proceso
natural de las mujeres que han parido. A las mujeres con discapacidad, este
modelo les impone mayoritariamente procedimientos de atención al embarazo y al
parto medicalizados, instrumentalizados y, en muchas ocasiones, finalizados
mediante cesáreas impuestas;
Ante
la procesos de regulación normativa en curso de la eutanasia y de los procesos
de acompañamiento al final de la vida, no podemos no señalar que esta ha de ser
neutra con la circunstancia de la discapacidad, pues nuestra vida vale tanto
como la de cualquier otra persona, y respetuosa con los derechos de las mujeres
con discapacidad, que deberán siempre tomar las decisiones que les afecten con
libertad y sin injerencias indebidas, contando con los apoyos necesarios de
todo tipo, incluida la accesibilidad universal, para que su voluntad sea
genuina y se manifieste sin presiones ni interferencias.
Urgimos
a adoptar las medidas apropiadas para asegurar que los servicios de salud mental
incorporen un adecuado enfoque de género, garantizando que las necesidades específicas
de las mujeres y niñas con discapacidad psicosocial sean atendidas
adecuadamente lo más cerca posible de sus comunidades, incluso en zonas rurales,
respetando plenamente su dignidad y sus derechos humanos;
Exigimos,
en suma, respeto, dignidad como mujeres, libertad e integridad personal, dentro
del ámbito asistencial de la salud, bienes protegidos en el marco del orden
jurídico internacional.
¡Nosotras también somos
mujeres!
8 de marzo de 2020
FUNDACIÓN
CERMI MUJERES
www.fundacióncermimujeres.es
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